sábado, 13 de diciembre de 2008

Pepe Gotera & Otilio: Environmental Improvement Engineering

Tres décadas atrás, el trabajador promedio español tenía fama de chapucero, vago y marrullero, y por contraste solía considerarse a las empresas extranjeras como ejemplo de eficiencia y calidad, allí donde estuvieran. Cualquier empresa por pésima que fuera que tuviera un nombre con sonido extranjero seguro que debía ser sólo por eso mejor que otra con nombre de cuño ibérico.

Algo de ese complejo nos queda todavía, no hay más que ver la cantidad de marcas y productos que aún necesitan utilizar la muleta de un nombre en Inglés para parecer más eficientes, sérias o importantes de lo que son en realidad, eso vende más.

Entre los años 80 y 90 alguien tuvo la genial idea de rebautizar el término y donde hasta entonces se decía "chapuza" se empezó a utilizar la palabra "improvisación". El resultado de este pequeño cambio fué radical en la imagen del trabajador y de la empresa española. Donde antes se criticaba el apaño y el remiendo se empezó a alabar la elevada capacidad de improvisación de los españoles, que de pronto dejamos de vernos representados por unos chuscos "Pepe Gotera y Otilio" de turno para convertirnos en una especie de ingeniosos "MacGyver" capaces de solucionar cualquier reto, por raro, complejo o abstruso que fuera.

Si tu eres de los que pensaban que eso de hacer las cosas a medias, sobre la marcha y entregarlas sin acabar o con soluciones temporales era un signo de incompetencia, ahora resulta ser que no, que es todo lo contrario: no sólo se trata de una forma de trabajar perfectamente válida, sino que eso es precisamente lo que hacen algunas de las mayores multinacionales tecnológicas (sobre todo en informática), hasta el punto de no tener vergüenza en reivindicar abiertamente la chapuza como la ventaja competitiva de su de marca.

Pepe Gotera y Otilio eran unos pioneros que en plenos años 70 ya anticipaban las mejores cualidades de las empresas punteras internacionales del s.XXI, y no lo sabíamos,





...o será que, realmente, la publicidad es capaz de vendernos cualquier cosa. Sólo es necesario vestirla lo bastante bien para hacernos tragar, y la tragaremos a gusto. Incluso veremos la capacidad de hacer un trabajo chapucero, entregado tarde y a medio hacer, como algo positivo y meritorio.

Nota: Llegados a este punto, convendría echarle un vistazo al capítulo "Proyecto Bicicleta" del relato de Alfredo de Hoces "Fuckowski, Memorias de un Ingeniero" para entender de qué estamos hablando, porque seguro que a más de uno se le escapa el matiz (sobre todo al que no tenga experiencia en el mundillo de la profesión informática).

Aclaro que sólo es necesario leer ese capítulo: "Proyecto Bicicleta", pero si os queda tiempo también podeis leeros el resto, vale la pena.


2 comentarios:

  1. Qué bueno es este tío :-))))

    ResponderEliminar
  2. Dicen sus enemigos que todas las mañanas se cepilla los dientes con lija del siete y después se enjuaga la boca con ácido nítrico.

    ResponderEliminar