domingo, 16 de noviembre de 2008

Saliéndose del Tiesto

Como quiero publicar algo pero estos días ando liado y a los artículos que tengo pendientes todavía les falta un par de cocciones, en lugar de seguir con ellos hago esta breve reseña para comentar una nueva entrada que he añadido a la selección de enlaces Pensando "Out Of The Tiesto", para los que gustan salirse de los caminos trillados.

Se trata del blog "Ser Rizomático", de Carmen Moreno, al que he llegado a través del blog de mi amiga Amparo, "Estupendo, ¿y ahora qué?".

Aunque no comparta todas las posiciones que puedan encontrarse en el blog de Carmen, lo que me ha gustado de lo que llevo leído hasta ahora es que - como todos los de esta selección - invitan a cuestionarse las cosas con un criterio ajeno al convencional, y una buena dósis de suspicacia e inconformismo, sin dejar por eso de documentar y respaldar las opiniones con datos y enlaces hacia otras fuentes, que eso siempre es de agradecer.

En fin, buenas vibraciones, inquietud, argumentos y claridad. Seguro que una persona que es capaz de entablar un diálogo de-tu-a-tu con los animales, lee a Epicuro, y conoce la distancia genética que separa a los bonobos de los humanos más desarrollados sabe encontrar y tratar temas interesantes con los que fertilizar el magín (...por dentro, digo).

sábado, 8 de noviembre de 2008

Manual del Terrorista Cívico (I) - Cómo cargarse el planeta de una vez por todas



"Think globally, act locally"
(Piensa globalmente, actúa localmente)


Esta frase célebre, acuñada por el ecologismo allá por los años 80, pretende ser un leitmotif, un lema, una guía que de forma sencilla nos da a entender cómo el poder conjunto de muchas pequeñas acciones en el ámbito local puede tener (y tiene) un efecto decisivo a escala planetaria, y nos invita a convertirlo en un mantra personal para aplicarlo en nuestras costumbres más cotidianas.



La idea es que si todos participamos aplicando pequeñas medidas ecológicas en nuestro día a día más próximo, su efecto a nivel global es muy significativo. Este es el principio que hay detrás de acciones como poner bombillas de bajo consumo en casa, ir al trabajo en bicicleta, usando el transporte público o compartiendo el coche, reciclar la basura, etc.

Es una idea muy potente. Todo ayuda, y además nos enseña a ser más conscientes de las consecuencias dramáticas que tienen algunos de nuestros hábitos de vida aparentemente triviales.

El objetivo final del ecologismo es salvar el planeta Tierra de la actividad destructiva del ser humano, y para conseguirlo trata de combatirla allí donde ésta se produce.

Es un objetivo muy loable que, personalmente, comparto en un 100%. Sin embargo, - es sólo una impresión personal -, no me parece que los medios que emplea sean verdaderamente efectivos. El nivel de complejidad de las actividades humanas es tan grande, tan sumamente desconocido en sus interrelaciones con el medio natural, y su capacidad de destrucción es tan extraordinariamente contumaz y poderosa, que puede decirse que el ecologismo prácticamente se limita a dar palos al aire con los ojos vendados en un hangar vacío.

La contaminación, el agujero de ozono, el calentamiento global, la extinción de las especies animales, el agotamiento de los recursos naturales, la destrucción de los bosques...

Es como pretender transvasar el mar con una cucharilla de café.

Sin embargo, igual que si se tratase de una ecuación matemática, es posible reducir toda esta complejidad a un único problema, que implica además una única solución:


El Ser Humano

.

Efectívamente, todos los problemas medioambientales del planeta Tierra se reducen a uno sólo: El ser humano; y es evidente que desapareciendo el ser humano, desaparecen también con él todos los problemas que genera.

Vale, admito que dicho así, a lo bruto, puede sonar un poco radical, pero eso no lo hace menos cierto.

Pero entonces, ¿Qué tipo de solución estoy proponiendo? ¿Qué se supone que hay que hacer para solucionar los problemas ecológicos de la Tierra?

Fácil:

¡NADA!



No hay que hacer absolutamente nada. Ya lo estamos haciendo sobradamente bien sin necesidad de intervenir de ninguna forma. Sólo hay que dejar que las cosas sigan su curso natural, tal como ha sido hasta ahora, y en unas pocas decenas de años más habremos conseguido exterminarnos completamente.

También es cierto - y lamentable -, que los humanos no pereceremos sólos, antes nos habremos llevado por delante una gran parte de la diversidad ecológica del planeta. Pero sería demasiado presuntuoso incluso para nosotros el pretender que, como la especie dominante, íbamos a ser la última en desaparecer: A pesar de nuestro empeño por exterminarlas a todas habrá muchas especies que nos sobrevivirán (como bacterias, ratas y cucarachas, entre otras), y nos reemplazarán en nuestro papel provisional de cúspide evolutiva (gracias, Darwin).

Libre de nosotros y contando con ellas, la Tierra podrá - COMO YA LO HA HECHO ANTES - recuperarse en unos pocos cientos de miles de años, quizás uno o dos millones, en el peor de los casos. A nosotros, acostumbrados a hacer cola en el cine, la Oficina de Empleo y los supermercados, nos parece mucho tiempo, pero esto es apenas un instante insignificante si lo medimos a escala astronómica, que es la escala temporal propia de los planetas.

Así que, ya lo sabes:

Si de verdad, honestamente, quieres ayudar a salvar el planeta deja de reciclar la basura desde hoy mismo. Cómprate un 4x4 y sácalo del garaje cada vez que necesites bajar al kiosko para comprar el periódico. Ni se te ocurra salir con la bici a la calle; destrózala para que nadie la pueda aprovechar y déjala tirada en un descampado junto con el sofá de tía Emilia y los restos de aceite de la freidora.

Consume toda la energía que seas capaz de consumir, aunque no la necesites. Cada vez que pares a repostar gasolina procura derramar un poco por el suelo, intenta no fumar cerca para no provocar accidentes, ...o mejor, - sí: fuma -, así no sólo añadirás CO2 a la atmósfera sino que con un poco de suerte se puede organizar un incendio en la gasolinera (más CO2), o alguien a tu alrededor pillará un cancer y se morirá (uno menos para la extinción). Compra siempre productos que no se puedan reparar para poder tirarlos cuando se estropeen, y renueva todo tu vestuario cada año. A partir de ahora los productos de usar y tirar son los más ecológicos. Un par de abrigos de piel de foca, de oso, o de tigre de Bengala en el armario te darán caché social, y son una inversión segura que se revalorizará en cuanto hayan desaparecido los últimos ejemplares vivos. Recuerda que las pilas alcalinas y las de mercurio van directas a la basura, o mejor, tíralas por el retrete o en la calle. Incorpora productos transgénicos e irradiados a tu dieta y haz caso de todos los consejos publicitarios que te impriman en el cerebro.

En fin, hay muchas pequeñas cosas que podemos hacer en nuestro día a día para ayudar a salvar el planeta, y no requieren de un gran esfuerzo. Recuerda:

"Think globally, act locally"